Oscar Eduardo Botía Sierra, estudiante de octavo semestre de Ingeniería Mecánica en la Universidad de los Andes, ha aplicado sus conocimientos académicos para desarrollar una solución tecnológica que optimiza procesos en la industria floral de Colombia. En colaboración con una empresa representativa del sector agrícola, Botia y su equipo crearon un proyecto basado en algoritmos de control, mejorando la eficiencia y estandarización en la poscosecha de flores. Esta tecnología busca elevar la calidad de los productos y reducir costos operativos, optimizando el desempeño de un equipo industrial en la planta.
El proyecto comenzó en el curso "Proyecto 3", bajo la dirección del profesor Jorge Medina quien facilitó la conexión entre los estudiantes y la empresa del sector. Durante la fase de análisis, Botia y su equipo detectaron un problema crítico: “un brazo robótico en la planta fallaba constantemente, presentando desafíos relacionados con la configuración de ciertos parámetros operativos y causando paradas en la línea de producción. Nuestro reto fue analizar a fondo el problema y desarrollar una solución que hiciera más eficiente el sistema”, explica.
La solución propuesta emplea inteligencia artificial para ajustar dinámicamente los parámetros operativos del brazo robótico, reduciendo tiempos muertos: “con la optimización alcanzada no solo se mejora la calidad del producto, sino que también se optimizan recursos, lo que se traduce en un gran beneficio económico para la empresa”, destaca el estudiante.
Aunque el proyecto inició como un esfuerzo en equipo, la pasión y compromiso de Botía lo llevaron a continuar trabajando en él de manera individual una vez finalizado el curso. Decidido a llevar la solución más allá del aula, recibió apoyo del Ecosistema de Innovación, Emprendimiento y Transferencia de la Universidad de los Andes. Con este respaldo, pudo formalizar la propiedad intelectual del proyecto y comprender mejor la gestión de derechos, un paso crucial para avanzar hacia la comercialización. “El aprendizaje sobre cómo proteger nuestro trabajo y asegurar los derechos fue esencial para dar el siguiente paso con la idea de negocio”, menciona.
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Más adelante, se unió a David Santiago Flórez, profesional en Matemáticas Aplicadas y Ciencias de la Computación de la Universidad del Rosario, quien aportó su experiencia en inteligencia artificial. Su contribución fue clave para robustecer la solución tecnológica del proyecto, integrando enfoques avanzados que optimizaron su funcionalidad y alcance.
El impacto de este proyecto en la industria agropecuaria colombiana podría ser significativo. La solución tecnológica desarrollada por Botía no solo reduciría los costos operativos, sino que también mejoraría la calidad del producto final, un aspecto crucial para el sector floricultor que exporta el 95 % de su producción, de acuerdo con un artículo publicado por Procolombia. “Si el sistema se implementa a gran escala, podría transformar los procesos de poscosecha en la industria de flores, mejorando la eficiencia y reduciendo los costos asociados al reproceso de productos defectuosos”, explica.
Adicional, enfatiza que este tipo de colaboración entre academia e industria no solo permite a los estudiantes aplicar sus conocimientos, sino que también impulsa la innovación en sectores clave. “Estos proyectos demuestran que los estudiantes tenemos mucho que ofrecer a la industria, y nos brindan la oportunidad de aprender haciendo”, afirma.
Con una visión clara para el futuro, Botía busca seguir desarrollándose en el ámbito de las energías renovables, un área que siempre lo ha apasionado. Recientemente, en su pasantía de investigación en Purdue University participó en Marine Energy Collegiate Competition, presentando una solución para generar energía a partir del movimiento de las olas; una experiencia que le permitió expandir su conocimiento en tecnologías sostenibles.
Para él, la ingeniería no solo es una herramienta técnica, sino una vía para impactar positivamente en la sociedad. “Lo que más me motiva es aportar algo nuevo que beneficie a la gente. La ingeniería tiene el poder de cambiar las cosas para bien”, concluye.
