La ingeniera mecánica uniandina Andrea Rodríguez Mier regresó a su alma máter para compartir con los estudiantes de primer semestre una charla cercana y honesta sobre su trayectoria profesional. Con una carrera que ha transitado por sectores como la energía, el gas y la consultoría, habló de los aprendizajes, los retos y las oportunidades que encontró al llevar la ingeniería más allá de lo técnico.
Durante su encuentro, relató sus primeros años en campo, cuando trabajó en Hidroituango, uno de los proyectos más grandes e impactantes del país. Desde allí aprendió el valor de la rigurosidad técnica y la responsabilidad que implica garantizar la calidad en estructuras de gran escala. “Todo era enorme —recordó entre risas—, pero también fue el lugar donde entendí que la ingeniería es tanto de personas como de máquinas”.
Con el paso del tiempo, su carrera evolucionó hacia la gestión de proyectos y la innovación, lo que le permitió conectar la técnica con la estrategia. Desde empresas como Promigas, Ecopetrol y Ocensa, ha trabajado en procesos de planeación, tecnología y sostenibilidad, convencida de que la ingeniería mecánica ofrece una forma de pensar que puede adaptarse a cualquier entorno.
Uno de los momentos más inspiradores de su conversación estuvo dedicado al rol de las mujeres en la ingeniería. Andrea destacó los avances alcanzados, pero también los desafíos que aún persisten. Reconoció que la presencia femenina en los espacios de decisión ha crecido, aunque todavía queda mucho por hacer. Habló de la importancia de apoyarse en las mujeres que abrieron camino, desde su madre hasta figuras como la profesora Rocío Sierra, y de seguir construyendo sobre esos logros colectivos.
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También abordó el futuro energético de Colombia, un tema que domina desde su experiencia profesional. Explicó cómo el país cuenta con un enorme potencial solar y eólico, pero enfrenta obstáculos en ejecución y trámites. Según ella, la clave está en la diversificación: ampliar la matriz energética más allá de las fuentes hidráulicas y fomentar el autoconsumo, un modelo que cada vez más empresas están adoptando para generar su propia energía limpia y reducir costos.
En un cierre más personal, Andrea compartió su pasión por la moda y su interés en unirla con la sostenibilidad. Sueña con trabajar en proyectos que transformen la industria textil desde la ingeniería, la tecnología y la estrategia, convencida de que la sostenibilidad solo se logra cuando se convierte en una prioridad empresarial.
Antes de despedirse, dejó un mensaje especialmente dirigido a las estudiantes: una invitación a confiar en sí mismas y a aprovechar los caminos ya abiertos. Con una sonrisa, les recordó que el crecimiento colectivo se construye hombro a hombro y que, en la ingeniería, siempre hay espacio para la creatividad, la empatía y la transformación.









